Este año, la primera en felicitar
las Pascuas a Mariano Rajoy ha sido Esperanza Aguirre. La Presidenta de la
Comunidad de Madrid estuvo más de una hora informándole que la devolución al Estado
central de las competencias en Educación, Sanidad y Justicia puede generar un
gran ahorro. Las respuestas de Rajoy, sus ministros, y algunas autoridades
autonómicas como el Presidente Fabra han ido en otra dirección: se realizarán
los ajustes necesarios sin modificar el modelo de estado. Incluso han afirmado
que las nuevas fórmulas de financiación de servicios públicos no afectarán al “Estado
del bienestar”.
Esta
expresión, como fórmula de organización política, ha tenido tanto éxito en la
opinión pública que nadie es capaz de ponerla en cuestión. Algunos asesores de
Aznar conocían la historia de esta fórmula y sabían las perversas consecuencias
de su utilización política, por eso hablaban de sociedad del bienestar y no de estado
de bienestar. Parece mentira que los asesores de Rajoy no conozcan la historia
del concepto y el pasado miércoles dejaran que la utilizara cuando explicó al
Grupo parlamentario los planes de ajuste (página 6 del discurso).
Los
esfuerzos de pedagogía política que el gobierno ha puesto en marcha para
tranquilizar a los mercados y desarrollar una agenda reformista pueden caer en
saco roto si los populares no se aclaran con el modelo de estado, el modelo de
sociedad y el modelo de ciudadanía. No me refiero únicamente al encaje de Comunidades
Autónomas diferentes que tienen itinerarios propios en la Constitución. Me
refiero al mal encaje que el bienestar tiene en la Constitución. Los redactores
de la Carta Magna utilizaron este término para referirse al bienestar de los mayores (art. 50) y bienestar general en la distribución pública de la
riqueza (art. 129).
Le
legitimidad constitucional de las reformas y ajustes no se consigue apelando al
Estado de bienestar sino al Estado social y democrático de derecho.
Son dos conceptos diferentes que implican diferentes modelos de sociedad y de
ciudadanía. Algo que tendrían que tener claro los políticos para aceptar
personas más libres, ciudadanos más corresponsables e instituciones públicas
menos cautivas ante el clientelismo partidista. La crisis puede ser una
oportunidad para promover ciudadanos más responsables y comunidades más
fuertes, aunque para ello habría que hacer memoria de la Constitución, dar la
bienvenida al estado social y decir “Adiós” al estado de bienestar.
NOTA: Publicado en sección "Marinero en tierra", 13 de Abril de 2012, en LAS PROVINCIAS.
GRUPO VOCENTO
No hay comentarios:
Publicar un comentario